En estos últimos meses, los medios de comunicación están haciéndose eco de esta enfermedad al haber dicho que la padece un conocido actor estadounidense, Bruce Willis. Las primeras informaciones al respecto fueron sobre que tenía afasia, un trastorno del lenguaje que puede afectar al habla, la escritura y la comprensión del lenguaje verbal y escrito. Veamos por qué.
¿Qué la diferencia de otras demencias?
La demencia, según la OMS, es un síndrome (generalmente de naturaleza crónica o progresiva) caracterizado por el deterioro de la función cognitiva más allá de lo que podría considerarse una consecuencia del envejecimiento normal.
El deterioro de la función cognitiva suele ir acompañado y, en ocasiones es precedido, por el deterioro del control emocional, el comportamiento social o la motivación.
Según este organismo, actualmente, más de 55 millones de personas tienen demencia en todo el mundo. Cada año, hay casi diez millones de casos nuevos, lo que significa que aparece un nuevo caso cada tres segundos.
De las demencias se hacen diferentes clasificaciones, una de ellas se realiza en función de la recuperación, catalogándose en reversibles (metabólicas, endocrinas, carenciales, etc.) e irreversibles. Dentro de esta última clasificación, las irreversibles, entrarían demencias tan conocidas como Enfermedad de Alzheimer (entre un 60 y un 70% de los casos), pero existen otras como la demencia frontotemporal (DFT).
Este tipo de demencia tiende a aparecer a una edad más temprana que la Enfermedad de Alzheimer, entre los 40 y 65 años, pero también ocurre más adelante, afectando a aproximadamente entre un 10 y un 20% de los casos de demencia, una de cada diez demencias; no habiendo prácticamente diferencia entre la incidencia en hombres y mujeres.
Tiene un inicio insidioso o gradual, en el cual la persona afectada y sus familiares no suelen percibirla, justifican lo que observan o interpretan de otra manera. Suele iniciarse con déficit en funciones ejecutivas (actividades mentales complejas necesarias para adaptarse eficazmente al entorno y alcanzar metas), con dificultad en la organización del espacio y la planificación, unido a alteraciones de la personalidad y el afecto (Jameson et al., 2020).
Esto hace que se diferencie de la Enfermedad de Alzheimer al verse menos comprometida la memoria y observando cambios en personalidad, comportamiento y lenguaje.
¿Qué podemos observar que nos de la voz de alarma?
– Dificultad para encontrar la pala palabra adecuada o comprender lenguaje escrito y hablado. El discurso se va haciendo más incoherente.
– Conducta social más inapropiada, desinhibición, apatía, pérdida de empatía, conducta compulsiva repetitiva, disminución higiene personal, entre otros. Los contactos sociales van disminuyendo.
– A pesar de que la marcha suele ser normal, ciertos problemas de movimiento (caídas, afectación de la coordinación, rigidez, etc.)
No duden en consultar a su médico de cabecera si tienen alguna duda, les orientarán y derivarán a otros especialistas (neurología, psicogerontología, etc.) y/o servicios.
En la actualidad, se dispone de una amplia información y recursos que pueden ayudarnos tanto a conocer la enfermedad como a darnos pautas para el manejo de las distintas situaciones que pueden darse.